En algún lugar al norte de Latinoamérica en un país cuyo nombre no puedo recordar, no porque no quiera sino porque está prohibido. Dos personajes de gran relevancia para esta historia discuten lo que posiblemente sea el futuro de aquella extraña nación. Es posible que la siguiente historia le resulte familiar pero esto no es más que un efecto de la mera coincidencia. Igualmente, se intentará ocultar la identidad original de los participantes con nombres comunes para evitar alusiones personales, repito esta historia es pura ficción… aunque parezca real.
En Vene… Disculpen, en este supuesto país de naturaleza ficticia que decidí llamar Venenzuela se encuentran dos compatriotas reunidos en una habitación secreta. Una habitación que no existe, que no encaja en los planos de la casa presidencial, una habitación que no era usada a menos que la situación lo necesitara y que no disponía de baño, por un problema que se tuvo con el constructor de la casa. Estos dos personajes de tan dispareja combinación son El VicePresidente: Madunró y el presidente de la Asamblea Nacional: Cabenllo, acompañados por el Sr. Presidente que no goza de una buena salud, de hecho no goza de ninguna, o gozaría de ella si tuviese una vida para hacerlo, cosa que para aquel momento por problema de causa mayor, no tenia.
-El presidente ha muerto…- gritó Madunró, era una afirmación obvia que se quedó entre aquellas cuatro paredes de pálido color que no dejarían escapar ningún sonido.
-Es obvio, pero el problema no es ese…- Afirmó Cabenllo.- Estando vivo o muerto ya era demasiado tarde igual, estaba muy enfermo.
-Era como un hermano.-
-Lo era para todos, más bien como un padre para muchos.-
Madunró comenzó a llorar mientras Cabenllo lo abrazaba para consolarlo por la perdida de aquel tan amado ser querido.
-Nada será igual.- Se dejó oír entre los llantos de Madunró por la muerte de su amigo, de su jefe y de su amado lider: el Sr. Presidente.
-No podemos seguir reprochándonos su muerte.-
-Tienes razón Cabenllo, debemos seguir adelante.- Se secó las lagrimas. -¿Qué vamos hacer?
-Mientras tu y yo seamos los únicos que sabemos que ha muerto para todos los demás sigue vivo.- Se limpió una lagrima que se deslizaba desde su ojo.- Sigue recuperándose.
-¿Pero eso no sería mentirles?-
-No será una mentira si el pueblo se lo cree.-
-El Sr. Presidente no hubiese querido eso.-
Cabenllo lo miró fijamente antes de decir:
-El Sr. presidente ha muerto…-
-Lo se, pero…- bajó la mirada.- él…
-él ha muerto.- repitió Cabenllo.
-Tienes razón pero…-Madunró seguía negando la muerte de su amigo.
-Ya basta, tienes que seguir adelante…- Dijo Cabenllo mientras colocaba la mano sobre el hombro de su compatriota.- Tú fuiste el elegido, él quiere que voten por ti.
Madunró afirmó sabiendo que ante la muerte del presidente se le había adjudicado una misión de ser el próximo en el cargo.
-¿Y si no soy lo suficiente para el pueblo?- Preguntó Madunró a Cabenllo.- Llenar los zapatos del Sr. Presidente no está fácil.-
-Para nadie lo será- contestó.- incluso para él mismo fue un reto, un reto que lo terminó matando.-
-Lo se, pero… ¿Cómo voy a asumir su puesto?- Madunró se comenzó a angustiar.- No puedo.- Sudaba cada vez más y más, la respiración se le hacia cada vez más pesada.-
-Relájate.-
-No me puedo relajar.- Comenzó a llorar.- Es sofocante.-
-Tienes que tranquilizarte.-
-Él no tenía que morir.-
Cabenllo se acercó de nuevo, lo sujetó fuertemente por la camisa y le gritó nuevamente:
-¡ESTÁ MUERTO Y TÚ LO SUPLANTARÁS!-
-No puedo hacerlo.-
-Lo siento, pero él te eligió a ti.-
-No quiero.-
-¡Tienes que hacerlo!-
-No quiero.-
Madunró se soltó y corrió al otro lado de la habitación.
-Se que es complicado, se que será muy difícil…- Dijo Cabenllo mientras se acercaba a espaldas de Madunró y nuevamente lo tomó por el hombro.- pero no nos queda de otra, tú fuiste el elegido.
Madunró se volteó a ver la cara de Cabenllo y sintió en el cuello un fuerte pinchazo, que era acompañado por un calor que adormecían sus extremidades, al bajar la mirada sorprendido vio que su camarada sostenía una inyectadora.
Manduró lentamente cayó al suelo manteniendo la mirada fija en la camilla donde yacía muerto el Sr. presidente.
Cabenllo abrió la puerta y…
Luego, oscuridad.
<<…El Sr. Presidente se está recuperando.>>
Fue lo que escuchó Madunró mientras despertaba de aquella pesadilla… Se sentía mareado, asqueado con un sabor muy raro en la boca, se sentía como si anoche le hubiesen dado una golpiza. No recordaba como había llegado a su casa, todo lo que tenía en su mente era aquel mal sueño en donde el Sr. Presidente había muerto y Cabenllo lo había traicionado. «Vaya juegos los que te hace la mente cuando estas dormido» dijo para sí mismo. Trató de abrir los ojos pero le costó mucho, la luz de la habitación le molestaba, volteó la cabeza y abrió los ojos.
En ese momento fue que se dio cuenta que no estaba en su casa, Madunró estaba acostado junto al cadáver del Sr. Presidente en una sala muy extraña que jamas había visto en su vida, estaba rodeado de instrumentos médicos que medían cualquier cantidad de pulsaciones y señales que emitía su cuerpo, estaba atado de pies y cabeza, desnudo junto al cuerpo sin vida de su líder. Trató de desatarse con fuerza pero sus intentos eran fallido, la cama era especialmente diseñada para retener a las personas contra su voluntad.
Estaba desesperado, pero por más que lo intentaba no podía escapar.
-¡SUELTENME!- Gritó a todo pulmón esperando que alguien lo escuchara.
-Nadie más puede escucharte.- Una voz muy familiar se acercaba a él.
Escuchó unos pasos que se aproximaban desde atrás de él pero no podía voltear para ver quién era.
-Madunró, se que te debes preguntar el porqué de todo esto.-
-¡ SUÉLTAME!-
-No puedo, le prometí a nuestro Sr. Presidente que haría todo lo que estuviese en mis manos para cumplir con su último deseo…-
-¡ SUÉLTAME!-
-No.- Sintió una mano que lo sujeto por la cabeza y lo empujó con brusquedad para que se recostara, la camilla metálica resonó con fuerza.
-No opongas resistencia, es demasiado tarde…-
-No lo es.-
Mandunró alcanzó a ver el rostro de quién pertenecía la voz.
Era Cabenllo, podría reconocerlo incluso estando tras aquel tapa boca y bata de cirujano.
-No hagas esto Cabenllo, déjame ir. Él no lo hubiese querido así –
-Te equivocas, él fue quién me enseñó.-
-¿Te enseñó?-
-Sí, Mandunró. Me enseñó el secreto.-
-¿Qué Secreto?-
-No podemos dejar las cosas al azar.-
-¿De qué hablas?-
-¡De el futuro Madunró!-
-¡SUÉLTAME!-
-No te puedo dejar ir, si quieres ser el próximo presidente tendrás que dejar que haga lo que tengo que hacer de una vez por toda.-
-¡EXPLÍCAME!-
-Madunró, el Sr. Presidente quere que tu seas el próximo, pero el sabía que no iba a ser fácil que tu ganaras, la oposición es despiadada y acabaría contigo antes de que pudieras apenas proclamarte como candidato.- tomo una inyectadora y la introdujo en la vía que tenía Madunró conectada al brazo.- El Sr. Presidente, te necesita…
Su vena se ponía cada vez más y más caliente, le qumaba en brazo, lo que sea que le había inyectado. Madunró comenzó a gritar.
-¿Por qué me haces esto?-
-Es por el bien de nuestro partido, por el bien de nuestra patria, es por que el Sr. Presidente así lo quiere.-
-Estás Loco.-
Cabenllo se quedó quieto tras el comentario, se volteó con fuerza golpeando la camilla donde estaba amarrado Madunró.
-¡NO ESTOY LOCO!-
-Suéltame.-
-NO.-
Madunró comenzó a agitarse tratando de soltar las ataduras pero no consiguió nada.
-¿Qué me haces?-
-Lo que el Sr. Presidente hacía todo el tiempo en Cumba…-
-¿Quimioterapia?-
-No, iluso.- Dijo mientras conectaba unos electrodos a la cabeza de Madunró
-No podemos dejar nada al azar.- hizo lo mismo en el cadáver de el Sr. Presidente.-Findel encontró hace tiempo el secreto de la juventud y el poder absoluto y era absorber las ideas contemporáneas y adaptarlas a las viejas pero eso era muy complicado y decidió simplemente hacer injertos de todas esa ideas en su cerebro, técnica que el enseñó a nuestro presidente y técnica que estoy apunto de implementar en ti.-
-Están locos.-
-Voy a hacer una copia del cerebro de nuestro presidente y de todos los demás presidentes anteriores a él en el tuyo.-
-¡NO!-
-Sí. Te convertirás en el mejor presidente, todas las buenas ideologías, todas las buenas estrategias y demás… todo estará copiado en tu cerebro. Seremos por siempre y para siempre el mejor partido.-
-No puedes hacerme esto.-
-Sí puedo, mírame.- comenzó a reírse Cabenllo.
-¡SUÉLTAME!-
-Ellos decían que era imposible que un cerebro ocupase tanta información.- Activó un interruptor. -Pero yo le demostraré que se equivocan.-
-El Sr. Presidente se equivoca.-
-No, ambos te pusimos a prueba nombrándote Vicepresidente.- Madunró no reconocía el rostro de su camarada, era una persona distinta. Cabenllo lo asustaba.
Era un monstruo.
-¡DÉJAME IR!-
-Jamás, no decepcionaré a mi Sr. Presidente, tu fuiste el mejor espécimen.-
-¡SUÉLTAME!-
-¡NUNCA!- Cabenllo corrió y activó la maquina.
Madunró comenzó a temblar, una gran energía recorría todo su cuerpo, perdiendo el control de sus extremidades, se retorcía de formas extrañas, Cabenllo era el único que podía visualizar con fascinación toda aquella escena, Madunró perdió su conciencia en aquella sala fría donde estaban todos los cadáveres de los Sr. Expresidentes de la nación, todos y cada uno, cada idea, cada momento, cada lugar en la historia era copiado en el cerebro de Madunró.
Cabenllo cada vez más y más se emocionaba esperando el producto final. Quería saborear el éxito de su experimento.
Cada vez estaba más cerca de lograrlo.
Esta vez sería un éxito, se había encargado muy bien de seleccionar las mejores ideas para crear al mejor político en el mundo, un político que sería capaz de dominar al mundo entero y él sería, por fin, su mano derecha.
Dominaría al mundo a la par del Mejor Político creado por él en base a las mejores ideas de todos los tiempos… pero todo salió mal.
Nuevamente oscuridad.
-¡NO! No ahora.- Se había ido la luz.
-Se acercó corriendo al cuerpo de Madunró y le sintió el pulso.
-Nada.-
Estaba muerto.
-¡NO!- Pateó lo más cercano que tenía y golpeó la pared.
Su experimento había fallado.
Había matado nuevamente a quien sería el mejor Sr. Presidente, todo por su ambición de poder.
Se alejó y se dirigió a la ventana.
-¿Ahora qué?-
Tenía que conseguir a otra persona una más resistente, una que pudiera aguantar tanto poder.
-¿A quién?-
La luz regresó.
Volteó y vio el cuerpo de su compatriota muerto en la camilla y atado de manos y pies. Por respeto se acercó a él, le cerró los ojos y desató, cubrió su cuerpo desnudo con una sabana y se despidió de él, había sido un gran compañero todos estos años pero… esas cosas pasan en la política, siempre hay que hacer sacrificios.
Cabenllo necesitaba pensar.
Salió de su laboratorio y apagó la luz.
Si tan solo hubiese apartado su ambición de poder se hubiese dado cuenta que al poner la sabana el cuerpo de Madunro había movido sus parpados, que su mano había emitido un temblor y que sus pies respondían al tacto.
Estaba vivo pero Cabenllo no lo alcanzó a ver.
Cabenllo estaba agotado, se retiró a su biblioteca. La idea de obtener el poder a toda costa lo obsesionaba, no lo dejaba dormir y aquella noche no iba a ser la excepción, comenzó de nuevo, repasando sus pasos, dónde se había equivocado, era lo que buscaba. Si no hubiese estado tan centrado en su trabajo se hubiese percatado de que su experimento había entrado a la biblioteca y estaba parado justo atrás de él. Pero el poder acaparaba todos sus sentidos, tanto así que no sintió aquella mano fría que lo sujetó por el cuello y lo levantó de su silla hasta arrancarle vida de una sola vez.
Cabenllo lo último que pensó antes de morir fue:
«¡VIVE, mi creación vive!»
<<…Bueno ustedes lo han oído, a todos aquí nos tiene atónitos la acción que tomó el exVicepresidente Madunró al renunciar no solo a su cargo de Vicepresidente sino también declinar a la candidatura para el cargo a presidente y que al preguntarle porqué él concluye con que esta es la mejor forma de hacer política.>>
Madurnó levantó la mirada y apagó el televisor con el control remoto para poder concentrarse en el ensayo de filosofía política que estaba escribiendo y que igual nadie leería.